En los años 2016 y 2017 me presenté con mis terrenos y mis ideas a más de 20 desarrolladoras de Rosario y la zona. (Yo vivía en la casa de ahí atrás). Pese a mi positividad y mi insistencia no logré que alguno de ellos tomara en serio mi propuesta. El rechazo y el ninguneo fueron las figurita más repetida que recibí como respuesta. Pero ¿por qué? Finalmente descubrí que esos tratos son uno de los modos operandum de los llamados peces gordos del mercado inmobiliario: desvalorar lo valioso para luego quedarse con los proyectos.

Al deducir esto, me encontré frente a una enorme disyuntiva: ¿Qué hacer? Entregar mis sueños o salir a conquistarlos. En ese entonces tenía escasos conocimientos pero muchas ganas y sobre todo, confianza en mis ideas. Fue así que me decidí a estudiar y profesionalizar mi propuesta. Me asesoré en profundidad sobre todo lo vinculante a desarrollos inmobiliarios, evalué las obligaciones legales y los respaldos contractuales necesarios para garantizar la ejecución de la obra y la conformidad de los inversores. Mes a mes, con cautela, fui dando pasos.

Al día de hoy no solo he logrado constituir un equipo de profesionales que me ayuda y acompaña, sino también el avance de obra que relatan las imágenes: 30% del total al primer semestre de 2025. 

Todo lo he realizado con mi propio esfuerzo y capital.